Sus manos, talento musical y su habilidad para componer son el gran aporte que Wilson Hermosa ha dejado a la música folclórica nacional y mundial. Nació un 1 de junio de 1943 en Capinota, Cochabamba. En 1965, junto a sus hermanos Castel y Gonzalo, fundó el emblemático grupo Los Kjarkas, que han llevado en alto el nombre de Bolivia por todo el mundo, desde hace cuatro décadas. Wilson, fallecido el martes 12 de febrero en Cochabamba, debido a un derrame cerebral. Sus cuatro hijos Rosa, Gonzalo, Wilson y Moisés heredaron su talento y gusto por la música. Después de la fundación de Los Kjarkas se dedicó casi íntegramente a la construcción de instrumentos, su principal creación es el Ronroco, una combinación perfecta entre la guitarra y el charango. “Ese instrumento se ha difundido tanto en todos los grupos folclóricos. El Ronroco es un charango grande, una combinación de caja acústica, cuerdas y un temple diablo, es muy importante la sección de cada cuerda, de modo que la tensión de éstas es perfecta”, comenta su hermano Castel, quien también construye instrumentos. En el pequeño taller que acondicionó en su casa se construían todos los instrumentos del grupo Los Kjarkas, con la mejor calidad y de manera artesanal. Estos instrumentos se exportan a países como Japón, Inglaterra, Suecia, Francia, Noriega y países latinoamericanos como Perú. Pero además Wilson fue un incansable defensor de la nacionalidad boliviana del charango. Su gran preocupación por rescatar nuestras tradiciones lo llevaron a emprender proyectos como la serie de discos “Que no muera la tradición”, en la que había varias composiciones de coplas, que él había creado. “Wilson tenía una gran inventiva para las coplas carnavaleras, no había uno que los supere”, cuenta Castel. Además, Wilson Hermosa, impuso la wankara que es un bombo que viene del incario, según cuenta su hermano. Durante la última etapa de su vida se dedicó a acompañar a Los Kjarkas en sus conciertos, junto a siete músicos que se denominan Los Kunturis (Los Cóndores). Ahora su taller de instrumentos queda en manos de sus hijos Moisés y Wilson, también músicos. “Todos tenemos oído, como quien dice”, comenta Rosa, una de sus hijas, a quien le gusta cantar. “Era un hombre repartido a todo, a su trabajo, a su familia y a sus amigos, en general era una persona muy alegre y con un gran corazón, estaba chocho con sus cinco nietos”, cuenta Rosa. El cuerpo de Wilson Hermosa, descansa actualmente junto al de su hermano Ulises, en el cementerio General de nuestra ciudad. Ulises fue otro gran compositor que murió hace más de 15 años, los dos dejaron dos grandes legados, Los Kjarkas, el grupo más exitoso e internacional de Bolivia y una familia talentosa, que deja intacto su ejemplo de seres humanos.
Instrumentos Los Kjarkas

El trabajo artesanal de Wilson Hermosa, se puede apreciar en su página web: www.loskjarkas.com.bo/instrumentos, donde se exponen los instrumentos tocados por Los Kjarkas, construidos por Wilson y ahora por sus hijos. En la página web se habla de su historia y dice que grupo nació como la posibilidad de hacer un cuarteto que toque música folklórica, principalmente zambas argentinas, para distraerse... por la comida y la bebida. Los Kjarkas de aquella época eran 3 hermanos Hermosa: Wilson, Castel y Gonzalo, y con ellos, Edgar Villarroel (guitarrista y primera voz) y ahora recuerdan que en ese entonces, la música boliviana no tenía cabida; "La gente quería escuchar zambas". Luego llegaron las peñas y allí comenzó a difundirse con algún énfasis la música boliviana. "Principalmente cuecas, huayños o bailecitos de célebres compositores como Simeón Roncal, Gilberto Rojas o Teófilo Vargas. Tras esa etapa importantísima en la que se sientan los cimientos de la agrupación, 3 de los fundadores dejaron el grupo para dedicarse a sus profesiones. El trabajo de los músicos y compositores fue arduo y cotidiano; el éxito de sus inspiraciones fue aparejado por las aptitudes en la interpretación de sus instrumentos y al ser consultados a cerca del genero de la música que interpretan ellos señalan que "No son ni flocloristas clásicos ni baladistas comunes y aunque es transparente su compromiso con el cambio social en pro de la justicia para el pueblo, tampoco son cantores de protesta corriente.

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